Mi mamá vivió la Segunda Guerra Mundial en Europa y como muchas personas de su generación pasó del miedo al amor. Debido a que ella tuvo que pasar hambre vivió un camino de transformación. Sin embargo, siempre mantiene la nevera llena, por si regresan los días de escasez.

Las sensaciones desagradables nos ayudan a reconocer aquello que debemos evitar de nuestro entorno. Cuando sentimos temor por lo nuestro y por nuestra familia, actuamos como las ardillas: hacemos provisiones compulsivas por si acaso. Con el miedo también viene la necesidad de protección. Si hay amenazas exteriores nuestro instinto se activa y pueden desencadenarse reacciones agresivas.  Esto es algo que los seres humanos llegamos a olvidar muchas veces.

El miedo, una herramienta natural para sobrevivir

Pensemos en la situación que ha desatado el coronavirus. No estás solo si sientes que la razón se desvaneció durante las primeras etapas del virus. Nos sentíamos vulnerables frente al peligro real o aquel inducido por los contenidos que nos saturaron en los medios de comunicación. El pánico se instaló en la población, pero debemos comprender que las víctimas del COVID-19 representan una parte específica de los millones de personas que mueren de hambre o cáncer en el mundo cada año.  

Hay cientos y miles de animales y especies que mueren por la contaminación ambiental, por la obesidad, las gripes y el mal uso de medicamentos. Si estos males tuvieran la repercusión mediática del coronavirus, estaríamos en depresión constante. Los seres humanos estamos acostumbrados a manejar las crisis a pesar de nuestro miedo.

No es la primera vez que nos enfrentamos a dificultades

Estas situaciones me hacen recordar la contaminación nuclear de Chernóbil y el miedo a las bombas atómicas con radiación invisible: nadie sentía nada, pero pronto se morían quienes estaban afectados por este tipo de radiación. Vivimos en un estado constante de alerta, frente a los reportes epidemiológicos.

La decisión de mejorar la situación de la humanidad se toma de forma personal, por parte de cada ser humano: podemos ser factor de contaminación del virus sin darnos cuenta, al menos durante unos 15 días. O podemos adaptarnos y aprender a llevar nuestra vida con calma mientras cuidamos de nosotros y de quienes amamos. Sea cual sea la situación, los efectos de las amenazas que sentimos como invisibles invisible siempre asustan y, cuando no se tiene dominio sobre los acontecimientos, mucho más.

Entender nuestro miedo para vencerlo

Cuando pasa el terror, viene la reflexión mental. Nuestro cerebro izquierdo, con sus análisis, empieza a tomar el control. Algunos de los mecanismos que se desenvuelven en este proceso son: la activación del el cerebro primitivo y los lóbulos frontales. Así comenzamos a entender lo que sucede y nos hacemos conscientes del cambio que nos rodea. Este momento de realización es nuestro primer paso en la zona de aprendizaje.
Cuando comenzamos a aprender a raíz de nuestro miedo y nuestra experiencia nos organizamos y tomamos decisiones. Cada ser humano lo hará con una visión y creencias distintas, estas opiniones están ligadas a la educación, el pasado, los factores ambientales y sociales que cada persona ha tenido que enfrentar a lo largo de su vida. Este momento de aprendizaje es el mejor para cultivar la tolerancia.

El mundo y la pandemia

Países enteros, como es el caso de Suecia, Países Bajos y algunos africanos, decidieron no decretar un confinamiento estricto. Han seguido lineamientos trazados por científicos infectólogos y antes de tomar decisiones políticas y sanitarias, analizan también otros parámetros. Que bueno que cada espacio aporta en sus posibilidades y desde sus saberes a que pueda existir una organización y un manejo mundial. Los resultados después de un año muestran que nos hemos unido para mitigar los efectos de la pandemia a pesar de nuestros miedos y debilidades.

Cuando uno está en la zona de entrar en razón y de aprender a adaptarse, debe centrarse en lo esencial y pensar en el bien común. Ya no se trata solo de salvar nuestro pellejo, sino ver que somos distintos, que hay divergencias, pero todos apuntamos a lo mejor para cada uno. Se genera una sinergia de conocimiento para los que necesitan tomar decisiones para el presente y el futuro.

Los aprendizajes

Durante estos años difíciles, nos damos cuenta de que ya no somos los maestros de todo, de que debemos reconocer nuestra humildad. Somos seres vivos frágiles que pensaban que lo controlaban todo y en unas semanas hasta la economía planetaria se derrumbó y las consecuencias nos han dado enseñanzas a todos.

Tan pronto como nos enfrentamos al miedo, también nos adaptamos a los hechos y nos acomodamos a las nuevas circunstancias adversas, que en este caso son el confinamiento que cambia y el cierre de las actividades laborales y académicas. Por ejemplo, en el año 2020 tuvimos que atravesar una gran fase de crecimiento interno. Con la realidad en modo pausa, muchos tuvimos experiencias de recogimiento, de volver a ver lo esencial.

Superar el miedo, algo profundamente bello


Lo esencial es ser humano y eso significa compartir, vivir en las tres dimensiones. ¿Sabes a cuáles me refiero? A los planos material, emocional y de comunicación y mental-espiritual. Es el momento de ver que no somos máquinas de producir bienes para consumirlos. En cambio, sí somos seres de relaciones y debemos ser empáticos con los demás. Nuestra humanidad es más que unos indicadores económicos para cumplir un crecimiento que supuestamente nos dará felicidad.

Cuando la máquina loca de la productividad se detiene, nos quedamos con nosotros mismos para reflexionar sobre el sentido de la vida. Qué hago, qué tiene precio en este momento, a dónde voy. Se empiezan a valorar las pequeñas cosas, la compañía de los familiares y se empieza a disfrutar del silencio, el aire, la comida.

Quienes sienten que la humanidad es una y que todos estamos ligados por un lazo invisible que hace que evolucionamos colectivamente, son personas espirituales. Muchos son altruistas y obran por el bien común, para ellos el amor prevalece sobre el ego. Esparcen información positiva y realizan acciones concretas para que todos podamos compartir un mismo sueño, para que seamos felices viviendo y compartiendo un mismo lugar, nuestro planeta.

En esta zona de crecimiento hay un foco que es vivir en conjunto. Conocer tu misión, es vivir el presente y ser agradecido con lo que tienes. Si llegas a esta zona dentro del caos actual, muy seguramente estarás emitiendo mensajes de paz en tus redes sociales, estarás escuchando mensajes de ánimo y de espiritualidad para frenar los mensajes repetitivos que invitan al miedo y la desesperanza.

Para finalizar

Podemos pasar por distintas fases de transformación en relación con los acontecimientos actuales (ver el gráfico adjunto). Del miedo inicial a una ansiedad más leve, hasta que el cambio se instale para que pueda venir una reflexión más calmada. Podemos seguir con una visión amplia e incluyente, sentir amor. Comprender la complejidad de los sistemas en juego a nivel planetario, tu empatía te llevará a un pensamiento y una acción positiva con un propósito trascendente. Es un camino que te invito a recorrer.

Al miedo solo se lo vence con el amor y todos, en nuestro libre albedrío, podemos dar fuerza a una emoción o a la otra. Escoges, la primera es fruto de la presión mediática externa que resuena en nuestro mundo primitivo de querer la salvación rechazando la muerte, el amor; la segunda es una decisión voluntaria de estar dispuestos a construir un mundo diferente basado en valores humanos incluyentes, cuidando y respetando lo más preciado que tenemos: la vida.

Dominique Hennechart
Psicólogo 

Acompaño a las parejas para emprender un camino consciente para ser feliz.

Por medio de mi consulta individual y de pareja se restablece el vínculo y se fortalece el amor verdadero.


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