La pasión es ese ingrediente indispensable que da el picante a nuestras vidas. Es el sabor indescriptible que nos hace desplazar montañas y que nos obsesiona hasta cometer actos heroicos y a veces actos estúpidos. Te pregunto: ¿estos sentimientos loquitos y placenteros, los han podido disfrutar o se apagaron por completo en este contexto de miedo y de incertidumbre? Te entrego aquí unas soluciones para que no se te apague el fuego en tu relación de pareja.
Hace unas semanas, por medio de una conexión de Internet, Patricio y Leidy empezaron una terapia conmigo. Tienen una relación pasional desde el principio de su noviazgo, ahora están casados desde hace tres años. Patricio siente mucha nostalgia cuando se acuerda de los besos apasionados de su bella. La cama se ha vuelto fría, la pandemia no ayudó.
Se conocieron hace 10 años. Al principio, Leidy no se dejó seducir tan fácilmente, pero él supo conquistarla y vivieron felices unos meses. Algo no funcionó y se separaron, cada uno con sus estudios, su vida laboral y sus otras relaciones. Sin embargo, seguían pensando secretamente en el otro. Un día Patricio volvió, surgió de la nada con un anillo de matrimonio. Ella se derrumbó frente a este gesto pasional y a la vez de gran compromiso. Los padres apoyaron esta nueva unión.
Leidy se sentía muy insegura con esta perspectiva de ser la señora de alguien y de pronto con hijos. Pasaron unas semanas planeando la boda. De repente, ella devolvió el anillo de compromiso. Se acabó todo, los familiares se quedaron aterrados y Patricio aún más. Leidy quedó confusa, entró en depresión, pero tenía la ilusión de que su príncipe volvería. Patricio pensaba cerrar el capítulo.
No se vieron durante un año, Leidy acababa de cumplir sus 30 primaveras y se vía como una soltera más. No quería. Volvieron a verse por un asunto a resolver. Leidy volvió a ver a este hombre, no tan alocado, y pensó: “ya hemos madurado, lo veo más estable, creo que podré con mis miedos”. Deciden casarse. Esta vez, la familia no los apoyó.
Al cabo de unos meses llega el primer hijo. Un niñito no tan lindo como en la publicidad. Un bebé común y corriente que no los deja dormir con sus llantos. Requiere de atención total y desgastante. Como es natural, este chico no vino ni con el pan bajo el brazo ni con el manual de crianza para jóvenes adultos. En fin, la pasión desapareció con las obligaciones laborales y la carga de ser padres.
Esta historia, creo que es frecuente en todas las parejas. Las 250 hormonas que aparecen y entran en reacción bioquímica al principio del noviazgo desaparecen con la misma magia que aparecieron al cabo de –máximo– tres años. Entonces qué hacer… pues vivir sin pasión es vivir muerto en vida. Pero debemos saber que vivir todo el tiempo con pasión es imposible también. Te imaginas vivir habitado por el otro de forma permanente en tu mente, con el corazón que se dispara cada vez que suena el teléfono, con el cuerpo en alerta sexual y con la preocupación permanente de querer saber dónde está y qué está haciendo el ser amado. El fuego de la pasión es lindo, pero te puede consumir y volverte cenizas si se prolonga.
LA PASIÓN.
El psicólogo norteamericano Robert Sternberg nos enseña que hay tres elementos que conforman el trípode de una relación estable y a la vez pasional. La pasión es el primer elemento que nos anima, nos transporta hacia los extremos como son el placer y el odio. La razón desaparece frente al poder de esta emoción vehemente. Su principal manifestación, en la pareja, está en la vida sexual. Es una búsqueda de un gozo que no se espera. El amor como tal tiene el ingrediente indispensable de la pasión y este se puede mantener a través de los años.
EL CARIÑO.
Los otros dos ingredientes del amor pleno son el compromiso y el cariño. El cariño se mantuvo en la relación de la pareja de mi ejemplo. Esta intimidad se incrementó en cuarentena, hubo más atención y cuidado por los tiempos de adversidad. El padre tuvo que responsabilizarse de cosas que nunca había hecho, pues ya no había empleada doméstica. Patricio tuvo que encargarse del bebe, jugó con él y cambió sus pañales. Mientras Leidy se encargaba de cocinar y de ordenar la casa. El cariño es ese sentimiento amoroso de aprecio y de admiración por el otro. No se espera una retribución directa, solo es estar bien con el otro. Es el disfrute de un intercambio afectuoso, el compañerismo.
EL COMPROMISO.
Como lo hemos visto en Leidy y Patricio, el compromiso del matrimonio fue un paso difícil de dar. Luego, todos los otros compromisos diarios los absorbió tanto, que se olvidaron de la pasión. Son profesionales que tienen personas a su cargo, y responsabilidades importantes en sus oficios. Ellos saben que la familia está basada en un contrato implícito donde cada uno tiene que cumplir su parte para que todo funcione. Un matrimonio es una empresa que se administra como cualquier negocio donde las obligaciones aceptadas por la pareja hacen parte del pacto relacional.
Pasión, cariño y compromiso son entonces necesarios en conjunto. El cariño es indispensable, pero puedes tener cariño por tu mascota, por un hermano, nada que ver con el amor de pareja. Puedes comprometerte con un amigo, con tu jefe y responder a las exigencias sin que haya afectos. Es importante que sepas que una relación donde solo hay cariño y compromiso es una pareja que funciona, sin embargo, se parece más a unos colaboradores. En una pareja donde no hay pasión, muchas veces hay conflictos. Los roces se presentan por temas de organización. Falta la dulzura y el picante que alimenta los sentidos. Es el misterio del amor. Solo con el cariño y el compromiso, estamos frente a una sociedad conyugal que trata de ser eficiente y que resuelve los conflictos cuando se presentan. Pero le falta algo.
A pesar de todo lo complicado que es gestionar los efectos colaterales de la pandemia, como encontrar un nuevo trabajo, trabajar desde la casa, tener un riesgo de contagio, cambiar hábitos, hacer ajustes de presupuesto, lidiar con la ansiedad y la de los demás, etc. es necesario conservar algo de la chispa de la pasión. Me alegré cuando Patricio me dijo que iba a reservar una noche en la alcoba para tomar un vinito con su esposa. Pareciera tan fácil pero no es así. Cuando los dos trabajan, cuando todavía estudian para obtener un postgrado, cuando cuidan un niño pequeño que se la pasa caminando y esculcando todo el apartamento y que además se acuesta a las 11 de la noche, tener algo de intimidad en la pareja es una hazaña digna de gran celebración.
Un elemento que mantiene la pasión viva es la distancia física. El hecho de estar separado y de poder volver a encontrarse favorece el encendido pasional. La chispa se dispara por volver a ver al otro después de una ausencia. En cuarentena, estuvimos todos con la presencia permanente del otro. Para muchos es agobiante la imposibilidad de salir y poder cambiar de ambiente. El contacto con otros permite regenerar los pensamientos y los sentimientos. La distancia física y emocional es un factor que favorece la pasión.
Ya sabes, la rutina mata la pasión. Si nos quedamos todo el día con el pijama roto y sin nada que contar, estamos apagados. El arreglo mínimo asegura algo de chispita que activa las hormonas dormidas. Para el hombre el pelo largo y la barba de unas semanas no es de lo más atractivo. Para la mujer, las uñas rotas con el peinado de guerra por las largas batallas libradas con el trapero, no es de lo más sexy. Entonces me dirás ¿Qué hacer cuando hay tantos desafíos?
Primero: fomentar lo positivo.
Tenemos ya nuestra dosis con el estrés por causa de los medios informativos que riegan el virus del miedo. La pasión no puede coexistir con el miedo y la ansiedad. Cultivemos espacios de paz interior con actos positivos, con meditación, con un arte que embellezca. Que seas un generador de visión optimista para el futuro.
Segundo: apartar un tiempo placentero con la pareja.
Hay parejas exitosas en la gestión inteligente de su chispa pasional. Aunque puede parecer curioso, planean sus encuentros. Las estadísticas muestran una gran estabilidad relacional en las parejas que organizan sus momentos de intimidad. Te recomiendo entonces fijar un día y un horario para estar a solas con tu pareja. Está prohibido hablar de problemas, solo es un espacio para el disfrute y la creatividad.
Tercero: cultivar el erotismo.
La pasión es fugaz, va y viene, mientras que el erotismo es una ciencia y un arte que se cultiva. El erotismo permite activar la pasión con la imaginación. Se crea un ambiente que permita el acercamiento a la pareja en un contexto alejado de toda tensión. Dentro de un espacio y en un tiempo reservado, apóyate de una música relajante, de un olor suave, con la actividad agradable en conjunto será una garantía para mantener la pasión viva.
Te invito entonces a desarrollar en coexistencia de los tres pilares del amor pleno: la pasión, el compromiso y el cariño. Para activar o reactivar la pasión, requiere de acciones concretas como tener una imaginación positiva, tener un espacio y un tiempo reservados, y cultivar el erotismo. Estoy seguro de que, a pesar de la pandemia, mantendrás encendida la llama de la pasión.
Dominique Hennechart
Psicólogo

Acompaño a las parejas para emprender un camino consciente para ser feliz.
Por medio de mi consulta individual y de pareja se restablece el vínculo y se fortalece el amor verdadero.
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