La herida de la humillación

Cuando aceptas actitudes regañonas de tu pareja y que te hacen sentir rebajado, seguro tienes algunas heridas sin sanar. Escuchar palabras ofensivas que te hacen sentir diminuto, estar avergonzado de tus actos, evitar a toda costa la confrontación justificando que todo está bien, son índices de comportamientos que te hacen daños. La humillación es una herida que afecta tu relación actual.

Desde hace décadas, psicoterapeutas famosos pusieron en evidencia heridas básicas que todos tenemos y que se originan en la primera infancia. La herida de la humillación es una de ellas. Sin querer, nuestros padres y cuidadores nos hicieron diferentes tipos de daños psicológicos. La humillación, el abandono, la traición, el rechazo son heridas que no son conscientes pero influyen en la forma que vamos a ver la vida y como nos vamos a relacionar con nuestra pareja. 

La raíz de la humillación

La humillación es una herida que se desarrolla en el niño que tiene entre uno y tres años. Cuando el bebe está orgulloso de descubrir su propia autonomía y cuando es capaz de decir no a sus padres, él siente algo de poder y espera ser reconocido por este progreso. En sus primeros pasos y en su victoria de haber podido ir al baño solo, mostrar lo que ha hecho, la madre puede felicitarlo o regañarlo. En la humillación, la madre es especialmente importante, ver aquí.

Pareciera que el niño se vuelve rebelde cuando afirma sus necesidades, los padres pueden ver una competencia con su autoridad y querer dominar a este pequeño atrevido. El niño está confundido y se da cuenta que el amor es condicional. Si es gentil, él será aceptado y recompensado, si dice lo que él desea a gritos, será rechazado y castigado. Nace el miedo a perder la conexión con el progenitor si no cumple las reglas. Hay sumisión por necesidad a no perder. 

Resignación y cólera guardada

Las personas que fueron humilladas suelen sentir una agresividad contenida, no pudieron expresar su descontento y sus deseos a sus padres, tuvieron que aceptar normas impuestas y bajar la cabeza. Sus impulsos vitales fueron coartados, hubo humillación y se sintieron aplastados. Aunque no esté visible, la opresión percibida de estos primeros tiempos se manifiesta por una ira y una frustración en la etapa adulta. 

Se callan mucho, los humillados se olvidan que tienen necesidades y no saben porque están frustrados. La pareja no entiende pues no se expresa. Por la obligación de conformarse, sienten una rabia no dicha que termina en resignación, luego en negatividad y en desesperanza. Sin embargo, los “humillados” se muestran dulces y amables, evitan los conflictos y complacen a los demás. Al menos que se inicia una terapia de pareja, el sumiso sigue en su rol de estar rebajado y de no expresarse.

Masoquista es la consecuencia de la humillación

El humillado siente que ha hecho algo que no debió hacer. En la edad del despertar sexual y por algunos eventos relacionados con la intimidad, el joven se vio avergonzado por la actitud acusatoria de un adulto, generalmente la madre. Se ha señalado como un “sucio”, sin dignidad por alguna prohibición que transgresó. Quedó un trauma. Hay entonces una impronta psicológica que hace que seguirá repitiendo este mismo patrón. Se avergonzará fácilmente.

La autoestima está afectada cuando de forma repetitiva el niño recibe castigo por algo que le parece natural, él no entiende lo que está mal pero se somete. No tiene otra opción. El masoquista que sufre de la herida de humillación, es esa persona que se hace daño para evitar que los demás le castiguen. Prefiere crear situaciones donde los demás se van a burlar de él antes de ser el blanco del acoso. Estará en una situación de inferioridad, un chivo expiatorio.

En una de mi consulta de pareja, una mujer se quejó de la actitud de su cónyuge. En los restaurantes, con la presencia de amigos y de familiares, él se ensuciaba fácilmente la ropa, contaba historias pesadas y hacía bromas de mal gusto. Esto generaba un malestar en los participantes, estaba totalmente fuera de lugar. Esta persona que tiene la herida de la humillación buscaba circunstancias para provocar la burla, para recibir unas miradas de desprecio hacia él. Los dos en la pareja terminaban avergonzados.

La paradoja de la libertad

La libertad es un gran anhelo para el que fue humillado, no pudo expresarse y vivir libre. Este deseo intenso de no depender de nadie se expresa muchas veces por un exceso en las comidas, bebidas alcohólicas, acaparar recursos financieros o ser un dilapidador. La frustración de no depender de nadie es sin embargo una ilusión, en general se encuentra en situación de dependencia donde tiene muchos compromisos.

La máscara de los masoquistas, con un aspecto físico que es en general con un cuerpo grueso, un sobrepeso, cadera y senos grandes para las mujeres, hace que ellos estén diseñados para soportar mucha carga. Con la herida de la humillación, desean liberarse pero se responsabilizan (o se culpabilizan) mucho por los demás. Su bondad se transforma en una cantidad de trabajo, de servicios regalados, de actividades que les dejan sin tiempo. No saben decir no y se sienten agobiados.

Liberarse de la humillación en la pareja

En la pareja se pueden juntar dos seres que tienen la misma herida, también un controlador se junta con un cónyuge que fue humillado, se complementan en sus roles. No son felices. El humillado trata de no crear conflictos, arregla las dificultades poniéndose al servicio de la familia, él niega sus propias necesidades y sigue rebajado. Su comportamiento puede ser ocasionalmente agresivo, no se expresa y compensa haciéndose daño (masoquismo) comiendo demasiado por ejemplo.

Hay un camino de salvación para la pareja y para la persona que tiene esta herida, es la terapia. Durante mi acompañamiento psicológico con la pareja, hay sesiones individuales donde se identifican las heridas psicológicas relevantes. Cuando una persona entiende porque no está feliz y conoce la raíz del comportamiento, el cambio se aproxima. Con una aceptación de la herida, el perdón y un ajuste en el comportamiento en la vida diaria, la pareja y toda la familia se benefician de la sanación. No dudes consultar para poder tener una pareja consciente y feliz, aquí esta una cita de primer contacto completamente gratuita.

Dominique Hennechart
Psicólogo 

Acompaño a las parejas para emprender un camino consciente para ser feliz.

Por medio de mi consulta individual y de pareja se restablece el vínculo y se fortalece el amor verdadero.


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