La biodiversidad está en peligro y nosotros seguimos ciegos como si no fuéramos hijos de la madre naturaleza. La pareja cósmica es la tierra y el cielo. Los pueblos originarios son aquellos que existieron antes de cualquier colonización. Estas civilizaciones también llamadas indígenas, sin importar que sean del norte o del sur de América, de Europa o de Asia, todos se caracterizan por un profundo respeto a la Tierra. Para ellos es la Madre que les ha dado la Vida y provee el sustento cotidiano.
La Tierra, un ser vivo.
Nuestra civilización occidental con su ciencia, su religión y sus armas conquistó todos los rincones del planeta para imponer una ideología que opone la cultura a la naturaleza. Fue una gran fractura comportamental para nuestra humanidad. Hace solamente unos años que valoramos el Ser que nos alberga: la Tierra, volvemos a pensar que la armonía es posible entre el hombre y la naturaleza.
Estudié filosofía oriental, siempre acepté el concepto de que la tierra es un ser vivo como lo somos nosotros y que todos participamos de un todo con distintos niveles de conciencia. Las tradiciones espirituales antiguas tenían un culto a la tierra, no se trata de idolatría primitiva sino de una comprensión profunda de la interrelación que existe entre los distintos reinos de la naturaleza. Eran ecologistas mucho antes de que apareciera esta palabra.
Despertamos a la “sostenibilidad” y a lo “sistémico”
Por fin estamos conscientes que dependemos de los recursos y de la salud de la tierra, sin ella no hay vida posible. El orgullo humano le hace creer que puede vencer todas las enfermedades, mudarse a otro planeta, inventar una inteligencia artificial capaz de competir con la complejidad y la perfección de la Creación. ¿Será que estamos equivocados en nuestra filosofía del progreso continuo? ¿Será tiempo para volver a recibir enseñanzas de los sabios de estas etnias ancestrales que vivieron en armonía con la Madre Tierra durante miles de años?
Soy psicólogo sistémico y uno de mis trabajos en las terapias de parejas es de restablecer el orden en las relaciones familiares. Pensamos que el amor nace de forma espontánea y sin prerequisitos. Cuando no hay un orden y un equilibrio tal como el respeto hacia nuestros padres y una valoración del ser humano tal como es, se instala un falso amor que es una codependencia donde nadie se siente feliz. Con la tierra pasa igual, no somos agradecidos, somos prepotentes y ella va a poner orden para que entendamos dónde está el verdadero amor. Se requiere sanación.
El Día de la Tierra para nuestra Madre.
El 22 de abril es el Día Internacional de la Madre Tierra. Estos días creados por las Naciones Unidas tienen por objetivos sensibilizarnos sobre temas de interés para nuestra humanidad. Con el llamado de atención al respeto de la Madre Tierra, los gobiernos, las organizaciones y cada uno está invitado a construir un medio ambiente saludable y sostenible.
En 1992 se firmó de forma casi planetaria la “Agenda 21” un gran movimiento con una intención solidaria para que en el siglo XXI cuidemos la atmósfera, para distribuir equitativamente los recursos naturales, para luchar contra la deforestación y muchas otras intenciones sociales y económicas que se iniciaron en la declaración de Río y otras cumbres como fue la COP21 en 2015 en París para el cambio climático.
¿Fuimos buenos con la tierra después de estas resoluciones ?
Hay que saber que solo en algunas décadas murió 60% de los insectos y de los animales, los bosques siguen desapareciendo y podemos decir que más del 50% de la vida terrestre originaria fue aniquilada por la intervención del hombre. La deforestación de la selva sigue en aumento y muchas tierras se vuelven estériles por el impacto de los pesticidas. El deshielo de los polos se acelera, el permafrost libera un potente gas de efecto invernadero, los incendios se multiplican.
Hace poco el Secretario General de la ONU habló de una amenaza real para la sobrevivencia de nuestra humanidad dijo: «la humanidad está librando una guerra contra la naturaleza«, y que ella está «contraatacando con creciente fuerza y furia», por eso dijo que «hacer las paces con la naturaleza es la tarea que definirá el siglo XXI. Debe ser la máxima prioridad para todo el mundo, en todas partes».
Un virus mensajero
Es cierto que los confinamientos y la baja demanda de bienes de consumo durante la pandemia permitieron que bajaran las emisiones de CO2. Los aviones que disminuyeron su frecuencia de vuelos y los carros que retornaron a los parqueaderos permitieron un respiro a las grandes ciudades. Pudimos ver nuevamente peces en ríos antiguamente contaminados y grandes mamíferos tomándose calles. Sin embargo, son solo anécdotas que tranquilizan nuestras conciencias.
La Madre Tierra sufre. La pandemia que se regó por el planeta está allí para recordar que los microorganismos son partes de la vida y que somos más virus y bacterias que las mismas células en nuestro cuerpos. Un virus mensajero vino a entregarnos la consciencia de nuestra fragilidad física y psicológica.
La sanación es integrar y respetar
Los pueblos indígenas entendieron que nuestra salvación es vivir en armonía con la naturaleza y pedirle consejo. La oración de estos hombre sabios como eran los chamanes era de pedir a las flores y a los minerales los remedios para la curación de las dolencias humanas. No pensaban patentar y comercializar plantas.
Estamos sorprendidos hoy por lo que nos ocurre, por desastres ecológicos y no hemos tomado un nuevo sendero de repensar nuestra humanidad como parte de un ser vivo que es la Tierra, ella misma es parte del Universo. Somos habitantes, inquilinos, seres en transición durante unos años para vivir sobre un ser de millones de años. Esta Tierra que de unas sacudidas telúricas podría arrastrar con la vida en los diferentes continentes.
Como Madre muy potente, ella también tiene amor por los seres vivos y por nosotros también. Somos hijos indignos, no reconocemos su paciencia y su generosidad. Entramos en una nueva era y vamos a tomar conciencia que nuestro poder es muy limitado. También debemos concientizarnos de poner en orden las prioridades en la humanidad para empezar a vivir con amor y no como competidores y usurpadores del bien común. Seamos co-creadores con la tierra para un nuevo equilibrio que integra y respeta la Vida.
Dominique Hennechart
Psicólogo

Acompaño a las parejas para emprender un camino consciente para ser feliz.
Por medio de mi consulta individual y de pareja se restablece el vínculo y se fortalece el amor verdadero.
Déjame tu apreciación sobre este artículo y compártelo.